jueves, 14 de febrero de 2008

Ánimo

Por lo que parece sólo hay centros de día para los enfermos de esclerosis múltiple, al menos en Barcelona, y dado que ahora estoy aquí en el hospital Pere Virgili y no dispongo de acceso a internet, la información que puedo facilitar es mínima. Según me explicaron los médicos de Vall d’Hebron, existen básicamente dos tipos de esclerosis, la que va paulatinamente y poco a poco en ascenso y es la menos virulenta y la otra, que parece más agresiva y que conlleva picos muy rápidos y acelerados en la evolución de la enfermedad. La primera, que según me explicaron los médicos es la menos mala, es la que yo sufro.

En el mes de noviembre todavía andaba en casa con caminador, pero desde entonces, que empecé mi periplo hospitalario, ya he perdido esa facultad, pero creo que puedo volver a recuperarla. El hecho de que en el gimnasio del hospital haya podido comprobar mis esfuerzos me anima a ello.

Para animar, o al menos intentar animar a los que se encuentran en mi situación, comentar que al principio de mi periplo hospitalario necesitaba más ayuda, era más dependiente. Para pasar de la cama a la silla con la que nos llevan al baño necesitaba dos o tres personas, ahora sólo una. Lo mismo para pasar de la silla para el baño a la silla de ruedas; antes tenían que pasarme y ahora me pongo en pie agarrado a los pies de la cama y una auxiliar me hace el cambio de silla. Asimismo para pasar de la silla de ruedas al sillón que tenemos al lado de la cama. Hoy casi ya no he necesitado ayuda y creo que en pocos días podré hacerlo solo.

Siempre bajo mi punto de vista, es muy importante para ir avanzando el estar anímicamente bien y fuerte, aunque reconozco que el antidepresivo que tomo ayuda mucho. También, una gran fuerza de voluntad para no decaer y tener motivaciones. Una de las mías es este blog, escribir para mí siempre ha sido una buena terapia, la diferencia es que ahora lo que escribo lo doy a conocer.

El hecho de escribir no sólo me ayuda psicológicamente, sino también físicamente. Hace un año y medio más o menos que no podía coger el bolígrafo y escribir. Cuando ingresé en noviembre en psiquiatría del hospital San Rafael (para la depresión) volví a intentarlo y a pesar de los primeros fracasos, seguí hasta el día de hoy que casi escribo ya con total soltura.

Queda pendiente de contaros mi paso por esa unidad de psiquiatría, donde el personal de enfermería me ayudó mucho y donde he dejado buenos amigos. Y también, un par de buenos amigos entre los pacientes.

Y para terminar, hoy voy a contar un par de anécdotas, o mejor dicho, anécdota-denuncia y otra denuncia. Recordar que las denuncias son constructivas y no pretendo demonizar a nadie.

Esta mañana, mientras esperaba a que me bajasen al gimnasio, han llegado dos camilleros para llevarse a un paciente a una visita al Vall d’Hebron. Pues bien, han tenido que pedir aquí, en Pere Virgili, una silla de ruedas para dejar al paciente allí en la silla, ya que últimamente en el Gran Hospital de la Vall d’Hebron hay escasez de sillas. Y aquí, han tenido que hacer que el paciente se responsabilizase de, a la vuelta de la consulta, volver a traer la silla.

Y la “denuncia” va para una enfermera. Mientras ella va para arriba y para abajo por la planta y algunas luces en rojo encima de las puertas indican que llaman los pacientes, y las auxiliares atendiendo esas llamadas de los pacientes, ella ni se digna entrar en una de las muchas llamadas desatendidas. Y “sondeando” entre sus compañeras, es vox populi su “pasotismo”.

Me he planteado durante horas si me puede llegar a perjudicar en mi estancia aquí estas denuncias, pero he llegado a la conclusión de que primero son los pacientes. ¿No opináis lo mismo?

Hasta mañana.

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