Comienza la Novela

La Justicia no siempre va de la mano de las Leyes. Probablemente, de haber podido poner una placa en el vestíbulo del edificio, esa sería la leyenda que figuraría en ella. Pero dado el carácter del edificio, como mínimo desentonaría.

Hacía bastantes años que no volvía a sus oficinas, a pesar de seguir en nómina. Sin mirar papeles ya no recordaba si eran cuatro,cinco o seis años.

-¿De qué me encargaré? -se preguntaba.

Se detuvo ante el futurista y solitario mostrador de información.

-El viernes, al terminar mi turno me llegó un correo indicándome que hoy lunes, me rehubicaban en otro despacho -le dijo a la persona que se encontraba detrás del mostrador, mientras le entregaba su pase identificativo.
-Si es tan amable de indicarme mi nuevo puesto, se lo agradecería.-era todo, tan raro... Hacía años que no pisaba su oficina, pero tenía que decir que el viernes estaba, nunca hablaba de usted a nadie, y ahora lo tenía que hacer; y para rematar, estaba hablando en el año 2012 con una enfermera que vestía uniforme de los años 60. Raro, muy raro el hospital.
-Aquí tiene Doctor Duely, y le han colocado en la consulta número 425, planta cuarta -le dijo la enfermera mientras le devolvía su identificación.

-Tampoco iba a preguntar mi especialidad clínica -pensó él ahora Doctor Duely mientras se encaminaba hacia los ascensores que habían en el lateral derecho del mostrador de información.

-Doctor -oyó que le llamaba la enfermera que le había indicado su consulta- que se equivoca de ascensores.
-Empiezo bien -pensó él-, todo por no mirarme los malditos planos. -Sí perdone, es que hoy ando un poco despistado -dijo reencaminando sus pasos hacia los ascensores de la izquierda del mostrador.

Subió en el ascensor hasta la cuarta planta y buscó su consulta. Cuando entró en ella, lo primero que le llamó la atención fue una camilla ultramoderna, que al menos esperaba fuese cómoda por si tenía que pasar noches en este ahora su nuevo trabajo. 

-Doctor, eres tan tonto que no has mirado ni la especialidad médica de la planta -pensó.

Lo que menos llamaba la atención de la habitación consulta, era el ordenador. Incluso tenía toda la apariencia de antigualla. Eso tampoco era bueno del todo. Igual destaca lo impecable como lo deplorable.

La silla que había delante de la mesa de la habitación, era todo menos ergonómica. Se sentó en ella y puso en marcha el ordenador. Salió el clásico recuadro de inicio de sesión, pero a partir del momento que escribió su nombre de usuario y contraseña, los programas que se iniciaron ya no tenían nada que ver con los que salían en el resto de ordenadores de todo el Hospital. La carpeta que abrió, contenía instrucciones muy precisas y concretas sobre su labor encubierta en el Hospital.

Después de memorizarlo todo, apagó el ordenador, y apoyando los antebrazos en la mesa, cerró los ojos e intentó imaginar cómo serían sus días en el Hospital, hasta que le llegase su tan esperada primera misión, después de tan largo parón. Cinco segundos pensando y no le dio tiempo a más porque sonó su teléfono móvil.

-¿Si? -contestó al teléfono.
-Ismael, soy Iribas, ¿ya estás en el Hospital?
-Sí, llevo aquí ya un rato, ahora mismo estoy en la consulta. Por cierto -preguntó modulando irónicamente la voz- ¿Puedes decirme en qué soy médico especialista?
-Eres, Angiólogo.
-¿No podíais buscar algo menos... digamos especializado?
-Así será menos difícil mantener tu tapadera.
-Algo conozco de la especialidad, pero casi nada claro.
-Ismael, ¿estás mentalmente preparado para tu nueva misión? -preguntó Iribas.
-Eres mi Jefe, no mi enlace -el tono de voz se afectó-. ¿O me vas a decir qué no lees las evaluaciones de tus Agentes?
-Las evaluaciones psicológicas, dicen si; pero yo quiero saber y conocer tu opinión.
-Si fuese negativa, ¿estaría aquí?
-Ja, vaya una respuesta proviniendo de un Agente de tu calibre -ironizó Iribas.
-Si no se quieren malas respuestas, mejor no hacer preguntas con respuesta obvia esperada.
-Esta próxima misión, no se parecerá en nada a la anterior -advirtió Iribas.
-¿No será para Mamá Hacienda? -preguntó Ismael.
-Ya sabes -hizo notar su Jefe- nunca dos veces seguidas para la misma Institución.
-Lo sé. Y espero no hacerme tantos enemigos como entonces pasó; y no tener daños propios colaterales.
-Ya sabes que en ocasiones, aún haciendo un trabajo impecable, sale uno manchado.
-También lo sé y lo tengo muy asumido.
-¿Físicamente como estás? -se interesó Iribas.
-Bueno... ya sabes mis limitaciones actuales, aunque también sabes, que tengo asignada la doble quincena de entrenamiento pleno -argumentó Ismael.
-Me parece casi imposible, que a no ser que te rompas algo, los entrenadores físicos, aseguren que puedes recuperar tu forma física de hace una década, en la doble quincena -casi dudaba su Jefe Iribas.
-Pues es lo que hay.
-Ojalá así sea -dijo Iribas- no me gustaría nada, hacer una reasignación de Agente en el último momento; eso nunca es bueno para las misiones -advirtió con un tono de voz un poco tenso.
-¿Para quién vamos a trabajar entonces? -la curiosidad le hacía mella.
-Esta vez, será para Sanidad y a la vez para Industria -sació la curiosidad Iribas.
-Por una vez, será apropiada la tapadera, ya que supongo que me quedo aquí -refiriéndose Ismael al Hospital.
-Sí, la parte de Sanidad, la llevarás, desde aquí; y la relativa a Industria, será en unos laboratorios marinos -le explicó su Jefe.

Ismael a lo largo de su carrera, había pasado por docenas y docenas de tapaderas, pero siempre vinculado a su Unidad. Pero hacía pocos días que había llegado a sus oídos un posible cambio de Unidad, aunque muy probablemente sería más un cambio político que de Organigrama. Quizás ahora era buen momento para recabar información de su Jefe.

-¿Qué hay del cambio de Unidad? -preguntó Ismael.
-Creo que de todo lo que has oído, poco se acerca a la realidad, pero de ello, hablamos en persona mañana, supongo que podrás esperar.
-Vale, la misión ¿la doy por iniciada o bien se inicia pasada la doble quincena? -se interesó Ismael.
-Ambas cosas van a ser compatibles -aclaró Iribas.

Ismael ya tenía ganas de empezar la llamada doble quincena. Sabía que sería la etapa física más dura de su vida. Más dura incluso que cuando a sus 21 años fue reclutado por su Unidad, estando dentro del Ejército, cumpliendo el Servicio Militar Obligatorio, y tuvo que realizar un par de meses de duro entrenamiento. También la doble quincena va a ser más intensa que la semana de entrenamiento que tuvo que realizar como tapadera para una misión, que tuvo que realizar fuera del territorio nacional, concretamente en la llamada Triple frontera de Sudamérica.

-¿Y has decidido dónde realizarás la doble? -le preguntó Iribas a Ismael.
-Me quedo aquí -respondió- pero agradezco el ofrecimiento de poder realizarlo en el Blackwater Training Center. Y aunque me seduzca la idea de ir a California, prefiero quedarme aquí en suelo patrio.
-Bien, mañana paso a verte a las once por tu consulta -ironizó Iribas-y comentamos todo.
-Hasta mañana -cerró su móvil Ismael.

La Unidad a la cual pertenecía Ismael tenía su sede principal en Madrid, y dos sub-sedes, una en Tarifa, por su cercanía geográfica al Magreb; y otra en Barcelona, en este caso por proximidad política a Europa. Tanto la sede principal, como las sub-sedes, eran las originarias desde la creación de la Unidad en el año 1976. La creación de esta Unidad fue más tema político que operativo, al menos hasta el inicio de la década del 2000, en que se dio más prioridad a Operaciones fuera del territorio Nacional Español. También desde su creación, fue muy criticado por los propios Agentes, la carencia de otra sub-sede en el País Vasco; y a pesar de que la Unidad realizaba bastantes misiones en el mismo por culpa de las actividades de la banda terrorista ETA, no se creyó nunca oportuno por parte de los principales mandos del Organigrama Político, la creación de la sub-sede.

Ismael, después de acabar de hablar por teléfono con su Jefe Iribas, se dirigió a la sede de su Unidad. Pertenecía a la sub-sede de Barcelona. Esta tenía la ubicación y la primera de tres entradas, en una torre de la zona alta de la misma ciudad. Dos entradas más aseguraban la discreción para la entrada y salida del personal de la Unidad. La segunda a través de un local de ocio con gran afluencia de público a casi todas las horas, y la tercera entrada estaba ubicada en una triste y solitaria puerta de garaje privado.

Ismael acostumbraba a usar la entrada de la torre o si era por la tarde noche, la del local de ocio. En este caso, como era por la mañana, utilizó la entrada de la torre. La entrada a la finca poseía una amplia verja de unos cuatro metros de ancho por aproximadamente dos de altura. El resto de la finca se hallaba rodeado del clásico muro de piedra medieval. En la pared lateral derecha de la verja, se hallaba instalado un video-teléfono que utilizó Ismael.

A pesar de la apariencia vulgar de video-teléfono normal y corriente, en su interior desarrollaba una complicada y compleja aplicación de identificación por imagen. Pero también al contrario de otras aplicaciones identificativas, esta requería el movimiento del sujeto a identificar, así por seguridad quedaba descartado el uso de una fotografía, o bien en formato papel o bien en formato digital. Ello hacía también que sirviese un poco de filtro para visitas no deseadas.

Una vez el sistema identificó el rostro de Ismael y fue supervisado el mismo en el control de la entrada de la torre; y dado que Ismael iba sin vehículo, abrieron remotamente la verja un metro y medio aproximadamente para que pasase. Siguiendo el protocolo, Ismael permaneció pendiente de la verja hasta que esta se cerró, y encaminó sus pasos por el camino de cemento y asfalto hasta la entrada de la torre. Pudo observar que como siempre, se encontraba un jardinero haciendo labores de mantenimiento del pequeño jardín rodeado de parterres en el lado izquierdo del camino.

Desde que Ismael pisara por primera vez en 1977 la torre de la Unidad, la seguridad pasiva de los accesos al interior de la misma, habían ido experimentando considerables cambios en función de las nuevas tecnologías de control y seguridad. Pero en lo concerniente a seguridad activa, desde el citado año 1977, siempre era una persona la que abría la puerta de la torre. En este caso, era una chica de unos treinta años y con rasgos muy dulces. Aunque si se viese lo que portaba en la parte trasera de su cinturón, no se opinaría a lo mejor lo mismo, sobre la dulzura de su carácter. Porque sujeta al carísimo pero bello cinturón Fili Plaza, iba montada una funda pistolera donde descansaba una Zoraki 925

-Hola Zita -saludó Ismael a la armada chica treintañera.
-Hola Ismael, ¿vienes ya para castigar tu cuerpo? -saludó y preguntó Zita con una amplia y franca sonrisa.
-Si, mi idea es comenzar ya la doble quincena.
-Te vas a volver un... ¿cincuentón apetecible? -ironizó ella.

Ismael estalló en una carcajada y se dirigió hacia la cocina, donde había un montacargas que lo bajó hasta el sótano segundo de la torre. En este segundo sótano se ubicaban el gimnasio, el espacio de tiro y la enfermería. Hacia el gimnasio se encaminó.

-Buenos días -saludó al primer preparador físico que vio, ¿dónde está Oriol? -preguntaba Ismael por el entrenador jefe.
-La religión se desvanece, pero la política prevalece -dijo el preparador -está en su despacho con la Delegada de Gobierno.

El comentario de la religión, se debía a que la actual Delegada de Gobierno en Cataluña, había sido hasta hacía tres años, Madre Abadesa de la Orden de las Clarisas.

Mientras Ismael caminaba a través del gimnasio, hacia el despacho del entrenador jefe, pensó que sería lo que impulsaba a una monja a convertirse en política y sobretodo, que fuese nombrada para un cargo como el de Delegada de Gobierno.

El despacho de Oriol, el entrenador jefe, tenía la puerta abierta de par en par, y por ello Ismael veía que la Delegada se encontraba hablando con Oriol. Ambos estaban en pie uno enfrente del otro. Por educación Ismael permaneció a una prudente distancia para no escuchar la conversación. Esta no se alargó más de cinco minutos, tras los cuales, ambos interlocutores se despidieron con un apretón de manos.

La Delegada pasó al lado de Ismael sin tan siquiera echarle un vistazo. Este entró ya, en el despacho del entrenador jefe de la Unidad.

-¿Qué tal Oriol? -saludó Ismael mientras le tendía la mano.
El entrenador jefe de la Unidad le estrechó la mano. -¿Empiezas hoy?
-No, en principio tenía previsto empezar mañana, pero también estoy en sala de espera para una misión.
-Supongo que tienes claro que la doble quincena va a ser muy dura -advirtió Oriol.
-Lo que más puede preocuparme es si es posible el que recupere el potencial físico que tenía hace una década y pico -reconoció Ismael.
-Siempre y cuando hagas todo lo que se te diga, será posible -sentenció Oriol.
-Te veo muy seguro -aseveró Ismael.
-Si tu voluntad mental no falla, tu físico tampoco lo hará. Las pruebas y analíticas a las que te sometimos, así lo aseguran -aclaró el preparador Jefe.
-Pues entonces, por mí... -se interrumpió Ismael al sonar su móvil.

El número que aparecía en la pantalla de su móvil indicaba a Ismael que la llamada procedía de una sección de la Unidad, en que su única labor consistía en asegurar las tapaderas de los Agentes. Ismael atendió la llamada.

-¿Diga?
-Ismael, soy Luis, de Riesgos, necesito hablar contigo -urgió el interlocutor.
-Pues estamos de suerte porque estoy en la Unidad, ahora vengo -dijo cortando la llamada.

-Voy un momento a Riesgos y vuelvo -explicó Ismael a Oriol.

Se dirigió al montacargas, subió en el mismo hasta la cocina, salió de ella, cruzó un amplio salón y entró en una sala-biblioteca, donde camuflada tras una estantería rebosante de libros, entre ellos, varios incunables, se encontraba el acceso a un ascensor. Pulsó el botón del segundo sótano y mientras lo hacía, sonó su teléfono móvil nuevamente.

-¿Diga?
-Hola, dos veces en un par de horas -Ismael reconoció la voz de su Jefe Iribas.- ¿tienes un momento?
-Si -dijo Ismael- estoy en la Unidad.
-Vale, seré breve. Supongo que conoces a los llamados savants.
-Si, claro, ya sabes que estoy sensibilizado con ciertos síndromes.
-Aunque ya hablaremos mañana, querría saber ¿si tienes algún inconveniente en trabajar con uno?, ya que puede sernos muy útil en la misión -preguntó Iribas a la vez que aclaraba motivos.

El ascensor ya había llegado al segundo sótano. En esta sección totalmente separada de la anterior donde estaban gimnasio, espacio de tiro y enfermería; se hallaban: armamento, comedor cocina y secciones especiales. En este último espacio, se encontraba entre otras: Riesgos, hacia donde se dirigía Ismael, mientras seguía su conversación con Iribas.

-Si es una persona totalmente equilibrada no tengo por supuesto ningún inconveniente, pero creo que la gran mayoría de savants, tienen desórdenes autísticos como mínimo -argumentó Ismael.
-El savant que nos ocupa -aclaró Iribas- parece ser que es ambivalente entre genético y adquirido.
-Si en Evaluaciones lo tienen claro, por mi... ningún problema -concedió Ismael.
-Bien -terminó Iribas- nos vemos mañana como teníamos previsto.

Mientras Ismael cerraba su móvil, pasó por delante de Armamento.

-Ismael -oyó que le llamaban del interior. Estaba visto que no le dejaban llegar a Riesgos donde le esperaba Luis.

Entró en Armamento y vio que era Quirino quien le llamaba. Quirino era el nombre de pila del responsable de la sección Armamento, que englobaba todo aparato tanto ofensivo como defensivo y la subsección de Investigación y Desarrollo. Por todo ello y aprovechando la inicial del nombre: Q, todos en la Unidad, le llamaban así: Q, por la similitud de cargo y ocupación con el  personaje Q de la saga James Bond.

-Hombre Q, ¿qué tal? -saludó Ismael.
-Me llegó el aviso que tengo que pertrecharte integralmente para una misión -comentó Quirino.
-Pues dame unos minutos y vuelvo. Me están esperando en Riesgos -solicitó y explicó Ismael.
-¿Problemas con alguna tapadera? -se interesó Quirino.
-Todavía no he hablado con ellos, pero ya se sabe que si te llaman... -advirtió Ismael.
-Pues aquí te espero Ismael. Por cierto, recuerda que si hay que coludirse para solucionar un grave problema, aquí estamos.

Por fin pudo Ismael dirigir sus pasos a Riesgos. Como todos los Agentes de la Unidad, en más de una ocasión había tenido que utilizar sus servicios. La mayoría de veces, cuanto más simple era la misión, más problemas ocasionaba la tapadera; aunque por suerte, más de cantidad que de peligrosidad.

-Hola -saludó en general Ismael- soy Ismael, me ha llamado Luis -dijo dirigiéndose a nadie en concreto.

En la sala de riesgos, se veían tres personas, rodeados de una docena de ordenadores y varias pantallas de televisión sintonizadas en diferentes cadenas de televisión.

-Hola Ismael soy Luis -se identificó este Agente que debería rondar la treintena.
-¿Ha surgido algún problema con alguna tapadera mía? -preguntóle Ismael.
-Sí, de la última misión que hiciste para Hacienda, ha saltado un aviso de un más que sobrado interés por el nombre y apellidos que utilizabas en la misión.
-¿Se sabe de quién parte el interés? -preguntó Ismael.
-Estoy en ello -le comentó Luis- pero parece que la búsqueda no la ejecuta un solo individuo.
-¿Pero es algo puntual u organizado? -quiso conocer Ismael.
-Casi al noventa por ciento que es puntual e individual, máximo tres personas y no hay recursos profesionales de por medio -aclaró Luis de Riesgos.
-Bueno, eso de momento les favorece. Malo sería con Investigadores -advirtió Ismael.
-Si, muy malo para ellos -sentenció Luis.

Las tapaderas para las misiones estaban muy bien elaboradas y desarrolladas, pero además, en muchas ocasiones el propio factor humano de los investigados por la Unidad, se volvía en contra de ellos mismos, y al no darse cuenta de que estaban bajo vigilancia o control, se creían con poder para fastidiar a los Agentes, sin darse cuenta que en ese caso, su situación podía empeorar bastante.

También cada vez se hacía más difícil el encubrimiento de los Agentes dadas las grandes zancadas de las tecnologías.

-¿Cómo se sigue el avance o progreso de las pesquisas de los sujetos? -quiso saber Ismael.
-Les hemos colado el fantasma a sus ordenadores -explicó Luis.

El fantasma era un programa de alta y avanzada encriptación, que superaba con creces el archiconocido Specto Pro. Y desde luego instalable sin presencia física. Por supuesto era una aportación de la subsección de Investigación y Desarrollo.

-¿Siguiente paso? -inquirió Ismael.
-Les haremos llegar un pequeño y sobre todo, sutil aviso, para que se den cuenta de que si todavía siguen con libertad de movimientos, es mejor que ellos mismos no se auto-zancadilleen.

Las misiones contra el blanqueo de dinero, como fue la última que realizó Ismael para la Unidad a petición de Hacienda; muchas veces requerían pequeñas intervenciones posteriores, dado que para alcanzar a peces grandes, era necesario sacrificar como cebo a pequeños peces. Por supuesto, estos últimos no siempre se daban cuenta de su utilización.

-Si no me necesitas para nada más -dijo Ismael a Luis- me voy a ver que quiere Q, me llamó antes cuando pasaba por delante.
-Bien, cualquier cosa, te llamo.

Ismael salió de Riesgos para dirigirse a Armamento. Parecía que se enteraría antes, al menos en materia de seguridad, sobre la nueva misión, por Quirino, que por su Jefe Iribas.

-Hola Q -saludó Ismael a Quirino.
-Hola -correspondió al saludo- como ya te he dicho antes, tengo que pertrecharte integralmente para una misión.
-Mira que bien, voy a enterarme antes por ti, de partes de la misión, que por mi Jefe.
-Algo por otro lado habitual -ironizó Q.

Ismael, a pesar de la cincuentena larga, siempre esperaba con una ansiedad ilusionada, como la de la Noche de Reyes para los niños, la asignación de los diferentes utensilios necesarios para el desarrollo de una misión. En Armamento no solo se entregaban armas, también cualquier aparato tanto manual como electrónico, incluso documentación previamente manipulada. Se decía que como incluso una hoja de papel previamente enrollada y doblada en forma cónica, sirve para quitar la vida; todo podía considerarse armamento.

-Bien -prosiguió Q- se prevee que la misión no sea peligrosa en cuanto a riesgos físicos de ningún tipo, por ello, y siempre como básico, queda descartado el uso de armas.

La Unidad siempre tenía muy en cuenta el tipo de misiones y su clasificación en cuanto a riesgos y peligros, por ello no se dejaba nada previsible al albur, por remoto que fuese, pero siempre dentro de unos parámetros que no delatasen la misión.

-En cambio -continuó hablando Q- van a tener gran importancia en esta misión los aparatos de vigilancia y observación. Vas a utilizar la última generación en nano-cámaras de vigilancia vía satélite.
-Igual es estúpida la pregunta -comentó Ismael- ¿Existen las que van vía satélite?
-Por supuesto que hasta hace pocas semanas, nano-cámaras no. Las vulgares por supuesto que si -se mofó Q- pero ahora y gracias a mi departamento -se mostró ahora ufano- ya son una realidad.
-Estupendo -exageró Ismael- dado el derroche tecnológico ¿qué espiaremos? -preguntó.
-Los detalles al completo, por supuesto te los explicará Iribas -matizó Q- pero el objetivo primario es conseguir toda la información sobre un producto que están acabando de desarrollar en unos laboratorios marinos ubicados aquí en Barcelona.
-De eso, lo que me comentó Iribas, sería la parte que corresponde a Industria -comentó Ismael, sobre para que estamentos trabajaría en esta misión la Unidad.- Y debe ser un producto sanitario si también vamos a trabajar para Sanidad.
-En eso radica el quiz de la cuestión, que han utilizado una subvención muy cuantiosa para la investigación de un fármaco y están desarrollando un producto relacionado con la Coalescencia...
-¿Coalescencia? -interrumpió Ismael, que desconocía el término.
-Coalescencia -aclaró Quirino- se refiere a la soldadura por fusión, y también a la unión por ejemplo de dos gotas de mercurio para formar una sola. Y por lo que parece, el producto que están desarrollando unifica ambos métodos de fusión.
-Me pierdo -reconoció Ismael.
-Descuida porque Iribas ya te proporcionará información con un experto en la materia. Ahora vamos a ir seleccionando el material que necesitaréis.
-¿Usas el plural? -observó y preguntó Ismael.
-Si -afirmó Q- ¿no te acompaña un savant?
-Si, pero todavía no se nada de él -matizó Ismael.
-Espero que no te desagrade el canto difónico -dijo Q con una velada sonrisa.
-¿Y eso?
-¿El qué? ¿lo qué es el canto difónico? o ¿porqué te lo digo? -rió Q.

Quirino era muy dicharachero, aunque casi todos lo achacaban más a su innata naturaleza que a sus veinticinco años.

-El porque lo dices, el canto por supuesto lo conozco.
-Pues según tengo entendido, el savant a la que puede, lo practica.
-¿Qué más cosas puedes decirme de él? -preguntó Ismael.
-Nada más, solo he escuchado eso, supongo que por anecdótico, trasciende.

Q cogió una tira larga de aproximadamente veinte pegatinas.

-¿Estás puesto al día de la tecnología RFID? -preguntó Q a Ismael.
-Identificación por Radiofrecuencia, si, estoy al día -confirmó Ismael.

Básicamente la identificación por Radiofrecuencia, conocidas sus siglas en inglés como RFID, era un código de barras muy evolucionado. Además dependiendo del tipo de antena y frecuencia, dado que no hay ningún tipo de control que asigne esas frecuencias a nivel global; y por lo tanto son administraciones nacionales las asignatarias, ello abría la puerta a que la Unidad dispusiese libremente de frecuencias secretas.

-Pues aquí tienes esta veintena para colocarlas en una primera avanzadilla que llevarás a cabo en los laboratorios marinos.
-Y aquí -prosiguió Q entregándole un aparato similar a un teléfono móvil- tienes el transceptor -que era una especie de transmisor receptor de RFID.

Para comunicaciones, Q entregó a Ismael, dos sencillos aparatos en cuanto a diseño se refiere, pero muy sofisticados en cuanto a prestaciones. Un teléfono móvil y un ordenador portátil, pero ambos eran de creación propia de la subsección de Investigación y Desarrollo de la Unidad.

A continuación, Quirino sacó de una vitrina un tríptico-funda, donde se encontraban doce nano-cámaras. Y enseñó a Ismael la necesaria manipulación de ellas.

-Documentación, planos y demás papelejos, te los facilitará Iribas. Creo que os veis mañana.
-Sí.
-Aquí tienes pendrives, discos y todo lo necesario en cuanto a periféricos -dijo Quirino entregándole un maletín.
-Tendré que llevarlo todo en un cofre -indicó Ismael refiriéndose a los utilizados para transporte, que estaban acolchados por dentro y eran anti-deflagración.
-Sírvete tu mismo -le indicó Q un armario.

Ismael eligió un cofre en función de todo lo que necesitaba llevarse, y guardó todo en su interior.

-Lo dejo todo aquí hasta que mañana añada lo que me de Iribas -explicó Ismael.- Ahora vuelvo al gimnasio.
-Hasta mañana -le despidió Q.

Ismael salió de Armamento y fue a coger el ascensor, pulsando el botón de la planta baja. Abrió la puerta camuflada tras la estantería librería, salió de la sala-biblioteca, cruzó el amplio salón y entró en la cocina. Tuvo tentaciones de acercarse a los fogones de donde llegaba un delicioso aroma de lo que se estaba cocinando, pero desistió, porque si no, no saldría de la Unidad en todo el día. Ahora subió en el montacargas y descendió otra vez al segundo sótano donde se encontraba la enfermería, el espacio de tiro y el gimnasio. Hasta este último encaminó Ismael sus pasos. entró en el mismo y se dirigió al despacho de Oriol, el entrenador jefe de la Unidad.

Oriol se encontraba revisando unos papeles y cuando vio entrar a Ismael le indicó :-siéntate.
-Si no me llaman soy todo tuyo -le comentó Ismael.
-¿Entonces, definitivamente, cuándo empiezas la doble quincena? -le preguntó el entrenador.
-A ciencia cierta, mañana tendré la repuesta.
-Vale, pues vamos a planificar ahora todo lo que realizaremos.
-Por mi de acuerdo -admitió Ismael.
-¿Tienes predilección por algún entrenador en especial? -quiso saber Oriol.
-... bueno... como no habrá entrenamiento de lucha, prefiero por ejemplo que me entrene Nieves.
-Ten por seguro -ironizó Oriol- que en el terreno de lucha, cualquiera de las entrenadoras físicas, puede darte una autentica paliza -terminó riendo Oriol.
-Eso ya lo doy por descontado, por supuesto, por aceptado, y añade todo lo que se te ocurra -rió Ismael.
-Bien -admitió Oriol- pues voy a llamar a Nieves.

Salió Oriol del despacho y recorrió las instalaciones del gimnasio buscando a la entrenadora y preparadora física Nieves. Tras no encontrarla, volvió al despacho.

-Pues no la encuentro -dijo dirigiéndose a Ismael.

Oriol cogió su teléfono móvil marcando la tecla de llamada rápida perteneciente a Nieves.

-Nieves, soy Oriol, ¿dónde te metes? -cortó la comunicación y dirigiéndose a Ismael le dijo- ahora viene.

Ismael y Oriol comenzaron una intrascendente y banal charla, a la espera de que Nieves hiciese su llegada. Esta se produjo a los cinco minutos.

Nieves era una joven de apenas veinte años, 1,75 de altura, pelo corto muy rubio y unos inquisidores ojos verdes. Vestía el chándal tipo de la Unidad: color negro con unas delgadas y finas líneas diagonales aleatoriamente distribuidas por toda la impedimenta. Estas lineas alcanzaban todo el espectro del color violeta. Completaba el atuendo unas deportivas, especiales y que eran creación también de la sub-sección de Investigación y Desarrollo.

-Hola Ismael -saludó Nieves- ¿por fin empezamos?
-Pues como le decía a Oriol, si no surge nada ni me llaman, mañana ya sabré exactamente cuando puedo empezar.
-Ahora vamos a planificar todo su entrenamiento -le dijo Oriol a Nieves.
Nieves le dijo a Ismael: - poder, podemos devolverte la flexibilidad y agilidad de hace una década, e incluso un lustro más, pero te puedo asegurar, que será la tarea física más grande que hayas realizado jamás -advirtió muy seria Nieves.
-Ten en cuenta -matizó Oriol- que será mucho más duro incluso que la preparación física primera que te hicieron cuando ingresaste en la Unidad.
-Ten en cuenta también -puso la guinda Nieves- que tampoco tienes la edad que tenías entonces.

Durante la siguiente hora y media, estuvieron los tres, planificando todo el entrenamiento de la llamada doble quincena para Ismael. Una vez acabada la reunión y como ya era la hora de la comida para él, decidió ir al comedor cocina situado en el otro nivel del mismo segundo sótano, al lado de Armamento.

El comedor cocina era una espaciosa y cuasi aséptica sala de unos ochenta metros cuadrados, con diferentes mesas en cuanto a formas y capacidad para comensales. También existía una larga barra mostrador, que a estas horas estaba casi llena de bandejas con diferentes alimentos. Detrás de la citada barra, se encontraban tres personas atendiendo a los diferentes miembros que trabajaban en la Unidad y que ahora procedían a saciar su apetito o simplemente en otros casos, tomarse un líquido y un descanso.

Todos los alimentos que no requerían una elaboración inmediata para su consumo, venían preparados desde la cocina situada en la planta baja. Y abajo en la sala, existía otra más pequeña cocina, para los de elaboración inmediata, tipo cocina plancha, fritos, y similares.

En la sub-sede de la Unidad en Barcelona, trabajaban exactamente 204 personas. Todas ellas, por obligación, con una doble vida. No tenían horario fijo, ni días libres asignados, ni tan siquiera vacaciones reguladas. Una de las contraprestaciones de trabajar en la Unidad, era que tanto la alimentación como las bebidas servidas en el comedor, era sin costo alguno. Así como todo lo que se encontraba en diferentes máquinas expendedoras, repartidas por las instalaciones.

Una de las 204 personas, era Zita, la chica armada con una Zoraki 925, que estaba de guardia cuando entró Ismael en la torre y que ahora estaba sentada en una de las mesas, disfrutando de una sabrosa ensalada de pasta. Hacia ella se dirigió Ismael, después de servirse en un plato un estupendo estofado de Ossobuco.

Ismael se acercó a la mesa y dirigiéndose a Zita le saludó a la vez que solicitaba permiso para sentarse.
-Hola Zita, ¿puedo sentarme?
-Sí claro por supuesto -admitió Zita su presencia.
-Ensalada de pasta ¿cuidando tu línea? -le preguntó Ismael.
-Alimentación variada ¿castigando tu cuerpo? -preguntó Zita señalando el estofado.
-También variedad -sonrió Ismael.
-¿Ya has comenzado el entrenamiento? -preguntó Zita a Ismael.
-No, todavía estoy pendiente del inicio de la misión y hasta mañana, no lo sabré -explicó Ismael.
-¿Puedo saber de que va la misión? -curioseó Zita.

En ocasiones los Agentes no ocultaban su misión a otros compañeros, sobre todo si no era algo muy trascendental, peligroso, o muy a mantener en secreto. De todas formas, la Unidad dejaba el tema totalmente discrecional para los Agentes. Eso, no era habitual en otros cuerpos de seguridad o similares.

-Pues en principio, lo único que tengo claro es que hay unos laboratorios involucrados en un fraude por unas subvenciones que están utilizando para otros fines. Y de momento la misión esta clasificada sin armas, aunque eso ya sabemos, que puede cambiar en cualquier momento. 

-Mientras dé tiempo a cambiar el Status sobre las armas -matizó Zita- lo malo, que uno se ve a veces sorprendido por las circunstancias.

Zita aparte de estar en ocasiones en Seguridad de Acceso, también realizaba misiones, por lo tanto sabía bien de lo que hablaba, ya que en una de ellas, rápidamente se hizo necesario el uso de armas, cuando en principio no estaba previsto.   

-Espero, que no sea este el caso -comentó Ismael.
-He oído que te acompañará un savant -le comentó Zita.
-Sí -admitió Ismael- pero todavía no lo conozco.
-Me huele, que será una misión rara -sugirió Zita.
-¿Por lo del savant? -inquirió Ismael.
-Sí.
-Mañana saldré de dudas, por la mañana me veo con Iribas.
-¿Esta tarde te quedas en la Unidad? -quiso saber Zita.
-Pues no, me voy a ir a casa y veré alguna peli -explicó Ismael- así evito elucubrar sobre la misión.
-¿Que película piensas ver? -le preguntó Zita.
-Pues de momento, ni idea, depende el estado de ánimo que tenga cuando llegue a casa -le aclaró Ismael.
-Es... una pena -ironizó Zita bajando la mirada y poniendo una expresión exageradamente modosa.

Ismael ya en otra ocasión había notado, cierta complicidad entre divertida e insinuatoria, entre Zita y él.

-¿Tu que película verías? -quiso saber Ismael.
Zita esbozó una sonrisa al decir- pues digo lo mismo que tú, depende de tú estado de ánimo -acentuó Zita el pronombre.
-Interesante -pensó Ismael.
-Seguro que si vienes, buen ánimo encontrarás -avisó Ismael.
-¿Nos vemos en media hora en Control? 
-Pues sí, allí nos vemos -le dijo Ismael.

Control era la sala que había nada más entrar en la torre, en ella estaba establecido el acceso y seguridad a toda la finca, y donde se ubicaban todos los monitores que recibían las señales de las diferentes cámaras repartidas por todo el exterior de la finca y de la torre.

-Ismael, ¿vamos en taxi? -Zita dijo esto con voz y tono melosos. También su mirada se volvió dulce e insinuante.

El causante de este cambio de Agente dura a chica emotiva,se encontraba en el trayecto que realizaron una vez en un taxi, entre la Unidad y la casa de Zita. Fue un día en que salieron tarde de la Unidad por un entrenamiento en materia de seguridad informática y en que ambos estaban mentalmente agotados. Ninguno de los dos tenían ganas de conducir y por ello compartieron un taxi, cuyo primer destino y parada, sería la casa de Zita. En un momento del trayecto, ella apoyó su cabeza en el hombro de él, exhalando un largo y sentido suspiro. Alzó la vista, las miradas de ambos se entrecruzaron y sin saber porque, se besaron. Fue corto pero intenso; breve pero mágico. Nunca antes hubo nada, después tampoco, ni tan siquiera lo hablaron. Y hoy, dos meses después, resurgía aquel recuerdo.

Una vez acabaron de comer, Ismael fue a Control a esperar a Zita, ya que esta había ido al vestuario a cambiarse. Los vestuarios se encontraban en la planta baja de la torre.

Al contrario de otras Unidades, Agencias oficiales o para-oficiales, en la Unidad no estaba prohibido la permanencia en cualquiera de sus instalaciones, aunque no se estuviese cubriendo servicio alguno. Por ello, Ismael espero a Zita en la sala de Control y acceso a la finca.

A los pocos minutos llegó Zita y entonces ambos salieron de la Unidad, para dirigirse andando por la misma calle donde estaba ubicada la torre, hasta una plaza donde se hallaba sita una parada de taxis.

Cogieron uno de los taxis, facilitando Ismael la dirección de su casa al taxista. Durante todo el trayecto, no cruzaron Zita e Ismael ni una sola palabra. Solo miradas fugaces entre ellos, pero cargadas estas, de potentes promesas.

Nada más bajar del taxi, Zita se cogió del brazo de Ismael, pero de manera que el brazo quedó en medio de los senos de ella. Ismael notaba perfectamente su turgencia. Una vez llegaron al portal de la finca donde tenía Ismael su vivienda, y mientras este abría con su llave la puerta, ella, Zita, le dio un beso en la mejilla. Fue un beso terriblemente sugerente.

-Que cariñosa -le dijo Ismael.
-Me dejo llevar.

Cruzaron el vestíbulo del edificio, dirigiéndose al ascensor. Ismael pulsó el botón de llamada y notó como se le ponía el vello de punta cuando nuevamente Zita volvió a aprisionar su brazo entre sus senos. Una vez llegó el ascensor y se abrieron las puertas automáticas, Zita deshizo el abrazo y entró primera en el camarin del ascensor.

-¿Dejas entrar armas en tu piso? -le preguntó Zita a Ismael.
Ismael se tomó un par de segundos antes de preguntar a su vez -¿corro el riesgo de que te vayas si digo no?
-Primero tendrías que averiguar si voy armada -sugirió Zita.
-Deduzco que no te negarías a un cacheo -se aventuró Ismael.
-Deduce bien ...Agente -admitió picaramente Zita.

Una vez llegó el ascensor a la planta donde tenía su vivienda Ismael, este se dirigió a la puerta de su piso, seguido muy de cerca por ella. Sacó la llave y la introdujo en la cerradura. Entonces Zita le abrazó por detrás, lo suficiente para que él notase otra vez sus senos.

-Me gustan los arrumacos -susurró Ismael.
-Ya somos dos -señaló ella, dejando deslizar sus manos por los muslos de él.

Ismael abrió la puerta y ambos entraron en el piso. Una vez dentro, Zita sorprendió una vez más a Ismael, al ponerse ella sola en posición de ser cacheada. Las palmas de las manos apoyadas en una pared, brazos elevados, piernas abiertas y separadas entre si, a la vez que separadas de la pared.

-Postura de libro -pensó Ismael.

Zita llevaba un pantalón tejano, camisa holgada de cuadros leñador por fuera del pantalón y unos Merceditas Camper. Ismael por supuesto que sabía que ella iba armada, e incluso conociendo sus preferencias armamentísticas, creía saber que portaría una Glock 17, pero entraría en el juego de un largo y cálido cacheo.

La camisa que llevaba Zita era de manga corta, por ello se ahorró Ismael el tiempo de las mangas y pasó directamente a deslizar sus manos por el torso hacia la cintura. Notó que no llevaba pistolera lateral, por lo que debería llevarla trasera. Podía recrearse más. Sus manos continuaron su exploración, las yemas de sus dedos se introdujeron unos pocos centímetros por el borde superior del tejano. Esto hizo que Zita emitiese un quedo gemido.

A continuación, Ismael deslizo sus manos por la barriga de ella hasta rozar la parte inferior de su sujetador, y con sus dedos fue bordeándolo desde la parte delantera de ella hasta su espalda. Bajó sus manos por la misma hasta encontrar en la parte trasera de su pantalón la funda pistolera, sacándosela con cuidado y depositándola en el suelo.

Manteniendo a Zita en la misma postura del cacheo, Ismael la tomó por la cintura y pegando su cuerpo totalmente al de ella, le susurró al oído -Ahora voy a buscar armas más pequeñas.
-Busca, busca -susurró ella.
-Tendré que profundizar -siguió susurrando Ismael.
-No espero menos de ti -susurró también Zita.

Ismael reposó sus manos sobre las nalgas de ella, y comenzó a deslizarlas por la parte posterior de los muslos, hasta llegar a las rodillas. Pasó sus dedos sobre ellas y entonces sus manos ascendieron por la parte anterior de los muslos. Se pararon para desabotonar el botón del pantalón y bajar la cremallera. Prosiguió Ismael, haciendo que Zita se diese la vuelta y quedase con la espalda pegada a la pared.

Ismael entonces se acercó a Zita, hasta quedar a un par de palmos un cuerpo del otro. Alargó sus manos hasta colocarlas en la cintura de ella y la separó un palmo de la pared.

La camisa leñadora de Zita era de seis botones, de los cuales, solo llevaba cuatro abotonados. Ismael, fue librándolos uno por uno, de los ojales opresores. Descubrió que debajo de la camisa llevaba un sujetador de los denominados balconet, de un envolvente color turquesa.

-Bonito -dijo a Zita.
-Quítalo -urgió ella anhelante.

Ismael abrió el cierre trasero del sujetador y a continuación le quitó la camisa a Zita. Muy lentamente fue descubriendo el pecho de ella, a medida que le despojaba del sujetador. Sus senos eran casi perfectos, redondeados como la forma de manzana, un poco erguidos y una cuasi perfecta areola muy rosada. Eran culminados por unos pezones que estaban en estos momentos henchidos de deseo.

Zita acercó su mano derecha al pantalón de vestir de algodón que llevaba Ismael, quitando la hebilla del cinturón, para a continuación deslizar hacia abajo muy lentamente, la cremallera del pantalón.

-Jodido móvil -chilló Zita al oír el tono de llamada del suyo.

Los Agentes, salvo cuando estaban en misión, utilizaban su propio móvil, para así evitar suspicacias entre familiares y conocidos, que siempre podrían intentar curiosear en el segundo móvil. A el número que salía en el identificador de llamada, cada Agente le asignaba un nombre en función de su tapadera. Por supuesto, en todo momento, los Agentes tenían que tener siempre operativo su teléfono móvil.

Al coger el teléfono vio que la llamada era de la Unidad y mientras se disponía a contestar, oyó que también sonaba el móvil de Ismael.

Habitualmente cuando la Unidad llamaba por teléfono a los Agentes, realizaba la llamada un miembro de la citada Unidad. Pero en ocasiones muy especiales la llamada consistía en una alocución grabada. Este fue el caso en las llamadas que recibieron Zita e Ismael. La citada alocución era una especie de camuflaje para indicar que debían dirigirse directamente a su Unidad.

-Debo ir a la Unidad -explicó Zita a Ismael- ¿También tú?
-Sí -asintió Ismael mientras recomponía su cinturón y su pantalón.
-¿Movida importante? -preguntó Zita inquieta, ya que las llamadas al unísono a varios miembros de la Unidad, nunca presagiaba nada bueno.
-Eso parece -admitió Ismael.
-Nos deben una ración de sexo -rió Zita mientras recomponía ella también su vestuario.
-¿Apostamos sobre a qué crisis nos enfrentaremos? -preguntó Ismael.
-Yo apuesto, por un aviso de atentado -dijo Zita mientras le daba un fugaz beso en los labios a Ismael.
Mientras correspondía, el beso, Ismael aventuró- yo apostaría por un simulacro nuevo. 
-¿Simulacro nuevo? -preguntó extrañada Zita.

Ambos comenzaron a bajar hacia la calle, encaminándose hacia una más transitada, para coger un taxi.

-En ningún simulacro -continuó la conversación Ismael, mientras esperaban que pasase un taxi- han usado una grabación, por eso creo que es un simulacro.
-Pues que gracia, si nos han fastidiado para nada -se lamentó Zita.
-Aquí viene un taxi -dijo Ismael mientras hacía la seña para que parase.
-Recuerda que nos tenemos que fijar en las cercanías.

Cuando eran requeridos varios Agentes para desplazarse la Unidad, debían siempre cerciorarse de que las cercanías de la torre donde estaba la Unidad, estaba despejada de posibles elementos criminales. Con ello se evitaba un posible ataque a la torre. Y los Agentes que llegaban en sus coches particulares tenían que activar inhibidores, para evitar posibles bombas con detonación remota. 

Al subir al taxi, Zita facilitó al taxista, una dirección cercana al local de ocio donde existía una de las tres entradas que daban acceso a la torre donde se ubicaba la Unidad.

-¿Vamos de copeo? -bromeó Ismael al ver que sería por el local de ocio por donde entrarían.

Este local, era un restaurante y bar de copas, encontrándose la entrada a un pasadizo que llevaba a la Unidad, muy bien camuflada en el almacén del local.

Cuando estaban a tres travesías de la dirección que habían facilitado al taxista, un Seat Alhambra con todos los cristales tintados, les adelantó a toda velocidad.

-Hijo de la gran puta -chilló el taxista.

No era de extrañar el enojo monumental del taxista, ya que la calle era de doble sentido y de solo tres carriles, estando uno de ellos destinado a aparcamiento, y la velocidad del monovolumen había sido de casi 90 km./h y en pleno casco urbano.

Ismael y Zita cruzaron una mirada ya que ambos sabían que el Seat Alhambra que les había adelantado, pertenecía a la Unidad. Debía ir a tomar posición preventiva cerca de la torre.

-¿Ustedes han visto?-preguntó alterado el taxista.
-Hay gente loca -contemporizó Zita.
-Joder, pero si ese imbécil iba a 100 -jadeó el taxista.
-Si ...bastante temerario -reconoció Ismael mientras pensaba en el dominio al volante del Agente que conduciría el Seat Alhambra de cristales tintados.

Cuando llegaron a su destino, Zita pagó la carrera y junto a Ismael se dirigieron andando hacia el local de ocio, que quedaba a una travesía.

-¿Tú vas armado? -preguntó Zita.

-No, pero tranquila, que si pasase algo en la Unidad ya lo sabríamos.

Cuando llegaron al local bajaron al almacén que había en el sótano y saludaron a la Agente que hacía las veces de administrativa del local de ocio. Franquearon la puerta camuflada que daba acceso al pasadizo que comunicaba con la torre y caminaron los cien metros que les separaban de ella.

Al contrario que en la entrada principal de la torre, que disponía de un identificador facial biométrico camuflado en un video-teléfono, aquí ya era totalmente explícita la tecnología aplicada al acceso. Zita e Ismael pasaron el identificador y accedieron ya a la Unidad.

Se dirigieron a una gran sala que era empleada entre otras cosas, para realizar reuniones que requiriesen la presencia de un gran número de Agentes, e incluso de la totalidad de ellos. Parecía que este sería el caso, ya que había ya, un gran número de ellos. La sala era rectangular y en uno de los lados más cortos, se había colocado una tarima y encima de ella un atril. Sobre este, había un micrófono inalámbrico y dado que la sala disponía de megafonía propia, era previsible algún parlamento.

-Hola Ismael -oyó este a su espalda, la voz de Iribas, su Jefe.
-Hola -correspondió Ismael al saludo.
-Ismael, voy a buscar a mi Jefe -interrumpió Zita, mientras saludaba a Iribas con un gesto.
-¿Qué hacemos aquí? -inquirió Ismael a su Jefe.
-Algo muy importante, pero... -dijo adelantándose- no puedo avanzarte absolutamente nada.
-Vale -aceptó Ismael.

La sala se iba llenando de Agentes y Jefes.

-Esto va para largo -opinó Iribas tomando asiento en una de las sillas que llenaban la parte centro de la sala.
-Hacía mucho tiempo que no veía a tantos Agentes, y no conozco a muchos tampoco -comentó Ismael que permanecía en pie.

Zita se acercó a Ismael y tomándolo del brazo, lo llevó hasta una de las dos paredes laterales de la sala.

-¿Sabes el motivo de esta reunión? -preguntó en un tono quedo de voz.
-No, pero deduzco que tu crees saberlo.
-Sí, y te juro por Dios, que es verdad.
-¿Y la verdad es?
-Que los putos políticos, van a desmantelar la Unidad -sentenció Zita.
-¿Y esa seguridad tuya en la rotunda afirmación? -inquirió Ismael.
-¿Acaso olvidas qué Agente femenina pasa más tiempo en funciones de Seguridad Interna, en las instalaciones?
-¿... y...? -interrogó impaciente Ismael.
-Me avengo a darte la noticia, pero no a decirte como la he obtenido.
-¿Y qué porcentaje de fiabilidad das a tu noticia? -ironizó Ismael.
-Ciento por ciento -también ironizó Zita al pronunciar la frase muy lenta y enfáticamente.
-Zita, aclárame primero ¿hablamos en serio? -quiso saber Ismael.
-Te aseguro que no bromeo.
-Vale -concedió Ismael- ¿pero por qué demostrabas otra cosa, al preguntarme antes si iba armado?
-Mira, hace días que sabía la noticia, pero he tenido confirmación hoy, cuando antes he ido a buscar a mi Jefe -explicó en un tono muy bajo de voz la Agente.
-Doy por supuesto que no me dirás como lo has confirmado.
-Supones bien -Zita le guiño un ojo.

La sala estaba prácticamente llena, y ahora un hombre fornido de unos cuarenta años, subió a la tarima y cogió el micrófono.

-Un momento de silencio por favor -pidió a los Agentes que se habían ido reuniendo en diferentes corrillos. -En ochenta minutos está previsto que estén ya aquí todos los Agentes que han sido requeridos, por ello pedimos un poco de calma y sobretodo que no agobiéis a vuestros respectivos Jefes, con preguntas que no serán respondidas, aún conociendo respuestas. -Terminó bajando de la tarima.

-Dices -retomó Ismael la conversación- que has tenido confirmación, cuando buscabas a tu Jefe.
-Si, pero la confirmación no partió de el. Y no te diré fuente o método -advirtió Zita.
-Qué egoísta -rió Ismael.
-No lo sabes tu bien -le guiño Zita un ojo.
-¿Te importa que sonsaque a Iribas?
-Piensa un poco -dijo con ironía Zita.
-Tienes razón... mejor no. -admitió Ismael.

Sería muy casual como mínimo, que después de que viese Iribas como se llevaba Zita a Ismael a un aparte, ahora fuese él haciendo averiguaciones.

-¿Vamos a tomar algo para hacer tiempo? -preguntó Ismael.
-Algo mejor se me ocurre, ven conmigo -invitó Zita.

Subió a la tarima e hizo un gesto a Ismael para que el también subiese.

-Mira para ver si vemos a Oriol -demandó Zita indicando con la cabeza a la congregación de Agentes que había en la sala.
-Vale, pero espero que me expliques que entiendes tú, por algo mejor que tomar algo.
-No se ve a Oriol, vamos al gimnasio -indicó Zita.
-Oye, no tengo inconveniente en ir, pero me gustaría saber ¿para qué y por qué?
-En el gimnasio después de hablar con Oriol, te explico -accedió Zita.

Ambos se dirigieron al gimnasio en busca del entrenador jefe. Una vez allí, vieron que Oriol se encontraba en su despacho.

-Sígueme la veta -le susurró Zita a Ismael- por favor -añadió.
-Hola Oriol -saludó Zita.
-Hola -correspondió él- ¿qué os trae por aquí?
-Mi curiosidad femenina -sonrió Zita.
-¿Y eso? -inquirió Oriol.
-Tengo mucha intriga sobre que impulsa a una venerable Madre Abadesa a meterse en política -soltó Zita en una tonalidad absolutamente neutra.
-¿Y ...? -preguntó Oriol muy desconcertado.
-Tienes mucha confianza con ella, por lo que deduzco que sabrás y conocerás sus motivos para un cambio tan drástico de modo de vida.
-¿A qué viene todo esto? -seguía demostrando desconcierto el entrenador jefe.
-Simplemente curiosidad femenina -sonrió afablemente Zita.
-Pues no seré yo, quien sacie tu curiosidad femenina -el tono de voz fue muy, muy bajo.
-Perdona ...noto enojo en tu voz -afirmó muy seria Zita- creo que me has malinterpretado. No pretendía ser ofensiva. ¿Por qué iba a serlo? -Zita parecía compungida.
-Es que no entiendo a que viene esto -realmente Oriol se veía y notaba extrañado.
-Mira Oriol, he visto que hablas bastante con la Delegada de Gobierno. Por cierto, hoy mismo. Y dado tanto buen rollete con ella, pues pienso que sabrías porque su cambio de vida, de religión a política. Solo eso -manifestó Zita.
-Pues no se nada y si supiese, tampoco tendría porque comentarte -aclaró Oriol.
-Me parece bien... lealtad ante todo -reconoció ella- por cierto ¿te ha dicho ella el motivo de la multitudinaria reunión de ahora?
-Zita, no logro entender que estás buscando, te ruego que salgáis de mi despacho.
-Te estás alterando -el tono de voz de Zita pasó a un casi susurro- ¿cómo puede alterarte un tema tan inocente?
-Largo de mi despacho -Oriol elevó bastante el tono.
-¿Sabes Oriol? -dijo Zita acercándose mucho al entrenador jefe- una de las potestades que tenemos como Agentes -señaló a Ismael y así misma.- es que si observamos cualquier comportamiento extraño en algún miembro de la Unidad, tenemos la obligación de investigar -enfatizó Zita.
-Creo que será mejor que llame a Seguridad Interna -dijo Oriol con la voz alterada y nerviosa.

Seguridad Interna se hallaba en la sección Control, ubicada nada más entrar en la torre. La propia Zita, habitualmente prestaba servicio en ambas secciones. Por suerte, la actividad de Seguridad Interna era casi nula, dada la actividad de las personas que constituían la Unidad.

-Extensión 015 -indicó Zita muy serena y con gran aplomo en la voz.
Oriol se dispuso a coger el teléfono -mal día has escogido para tocarme las narices -dijo a Zita.
-Llama -dijo Zita, haciendo un gesto de indicación hacia el teléfono.
-¿Te das cuenta que te pueden... como mínimo expedientar? -advirtió Oriol.
-O a ti expulsar -advirtió ella a su vez.
-¿Motivo?
-Ismael -dijo Zita a este- aclárale esos motivos.

Le llegó la hora a Ismael, de seguirle la veta a Zita, tal como esta le había pedido. Suerte que era bueno improvisando.

-Si ocultas una relación con alguien ajeno a la Unidad y además la niegas, como es el caso, y luego se descubre, como parece ser el final de esta historia; y dado que tenemos firmadas clausulas de secreto y confidencialidad, como mínimo la expulsión de la Unidad.
-Sinceramente -dijo Oriol- me estáis liando. Realmente, ¿qué queréis?
-Yo si te seré muy sincera. Y piensa bien la respuesta ya que no admitiremos ni una excusa para eludir esta pregunta ...Zita hizo una notoria pausa- ¿sabes el motivo de la reunión?
Oriol estalló en una gran carcajada -¿toda esta historieta, para intentar sonsacarme lo de la reunión? Lamentable.

Ismael y Zita cruzaron una fugaz mirada. Era momento de la técnica del silencio.

-Repito -se impacientó Oriol- ¿tanta chorrada para eso?
-... -callada por respuesta de los dos Agentes.
-Ahora os arrepentís ¿verdad? -insinuó el entrenador jefe.
-... -Zita e Ismael de mutismo total.
-Os aconsejo que vayáis a la reunión.
-... -silencio.
-¿Qué hostias queréis -gritó Oriol.
-... -callada por respuesta.
-Muy bien, pues me voy yo para la reunión -advirtió Oriol.
-Mejor nos acompañas a Seguridad -rebatió Zita.
-¿Sabéis qué? -intervino Ismael -estoy hasta los tímpanos de tanta charleta. Oriol, dime ya si conoces o no, el motivo de la reunión. Y, ten en cuenta que sé -enfatizó- de tu relación con la Delegada del Gobierno. Y sabes que esta mañana cuando ha venido, yo estaba aquí.
-Ismael ... -dudaba Oriol.
-Joder Oriol -se impacientó Ismael- ya vale. Dime ya, el motivo de la reunión- exigió.

Oriol estaba empezando a mostrar auténtico nerviosismo. Ismael optó por dar una última vuelta de tuerca, cogiendo a Oriol por el brazo.

-Se acabó, te llevamos a Seguridad.
-Vale, vale -accedió Oriol- pero yo no he dicho nada. ¿Trato?
-Trato -admitió Zita.
-La reunión es para comunicar la disolución de la Unidad. Los políticos no quieren seguir mojándose -explicó Oriol.

Zita acercó su boca al oído de Oriol -Bien Oriol, todos nos olvidaremos de todo, ¿de acuerdo?
-Sí.

La Agente cogió a Ismael del brazo y una vez fuera del despacho de Oriol, también acercó su boca a su oído -¿Convencido? -preguntó.
-Totalmente, pero te has pasado ...mejor dicho, nos hemos pasado.
-Pero ahora ya sabemos para que la reunión -sonrió ella.
-No te olvides que lo íbamos a saber en pocos minutos.
-¿Y la emoción de recabar información? ¿y la especie de interrogatorio? -preguntó Zita.
-Mejor vamos a la sala de reuniones y después hablamos.
-Supongo que dado, donde y en que trabajamos; nos darán una muy buena pensión vitalicia -comentó Zita.

Todos los miembros de la Unidad, poseían una cuenta especial en una entidad financiera del Principado de Mónaco. Esa cuenta era inamovible para el Estado Español. Una vez abierta, solo admitía por parte de dicho Estado, la recepción de transferencias bimensuales.

Una vez en la sala de reuniones, Ismael buscó a su Jefe Iribas.

-Hola Jefe -saludó Ismael a Iribas.
-Hola -correspondió el saludo.
-Bueno, ya falta poco para salir de dudas -comentó Ismael.
-Si, muy poco.
-Me da en la nariz, que lo del savant va a quedar en suspenso -insinuó Ismael.
-¿Sí? -preguntó Iribas.
-Sí -contestó lacónicamente Ismael.

Zita se acercó nuevamente.

-Ismael, ven un momento -pidió ella.
-¿Qué quieres ahora? -preguntó él, acercándosele.
-Acompáñame a Control.
-¿Vamos a torturar a alguien? -preguntó riendo Ismael.
-Ja... ja -ironizó Zita.- Quiero hablar con mi Jefe.
-Te da miedo ¿y por eso te acompaño? -volvió a reír Ismael.
-Estás tú muy gracioso -se mofó Zita.
-Así se hace más llevadero este largo día.

Ambos se encaminaron a Control, la sala primera que uno se encontraba al entrar en la torre.

-¿Me quieres explicar que quieres de tu Jefe? Ya que quieres que te acompañe, me gustaría saber -pidió Ismael.
-Creo que no solo está el tema de la disolución de la Unidad -explicó ella.
-¿... y ...? -inquirió Ismael impaciente.
-Simplemente me gusta conocer y saber, y creo que hay mucho más que la disolución.
-¿Algo delictivo? -sugirió Ismael.
-Hombre, eso seguro, pero creo que hay algo más importante, y quiero ... o mejor dicho, necesito saberlo antes de la reunión.
-¿Por?
-Siempre va bien estar unos pasos por delante.
-Tú conoces mucho del tema -dijo Ismael- de un tema que pocos conocen.
-No te equivoques Ismael -advirtió ella- el tema importante, te repito que no es la disolución, ni tampoco el motivo de ella.
-Y tú crees que tu Jefe sabe algo -aventuró Ismael.

Zita detuvo el paso en su caminar con Ismael hacia Control.

-He pasado muchas horas aquí en la torre, con acceso libre en todo momento; y a cualquier dependencia. También he podido oír muchas conversaciones. Y te aseguro... hay algo más.
-Vale, ¿pero de qué índole? -se interesó Ismael.
-Ismael, te voy a dar dos motivos por los cuales tengo que mostrarme reservada. Uno, porque dado en donde trabajamos, puede ser peligroso. Y segundo y más importante ...si me equivoco, haría el ridículo si he contado mis sospechas.

Reanudaron el camino hasta Control. Una vez allí, Zita se acercó a su Jefe.

-Villena ¿puedes salir un momento? quisiera hablar contigo.

En la Unidad, existía desde su creación, la norma y costumbre de llamar por su nombre a los Agentes; y por el apellido a los Jefes. Siempre dentro del tuteo, también norma y costumbre.

-¿Vamos fuera al jardín? -sugirió Villena.
-Vale -Zita sabía que pronto olería tabaco- ¿Te importa qué esté presente Ismael? -preguntó.
-Depende de lo que quieras que hablemos -matizó su Jefe.
-Ismael, vamos los tres afuera para hablar -le indicó Zita.

Una vez estuvieron en el jardín exterior de la torre, Zita los alejó de una posible escucha por parte del jardinero que estaba en ese turno. Los jardineros siempre tenían cerca una especie de carretilla y en ella un compartimento con una ametralladora Tavor y varios cargadores.

-Villena ...sabemos que hoy no acaba todo con la disolución de la Unidad -se arriesgó Zita.
-Vaya, vaya -admiró Villena mientras encendía un cigarrillo, contraviniendo alguna que otra ley- parece que te he enseñado bastante bien. De todos modos, dudo que sepas que hay más allá de la disolución.
-Me vais a permitir -terció Ismael- tu Villena, sabes lo que hay después, ¿no es cierto?
-Podría deciros cosas muy opuestas y dispares, pero creo que le daré otro enfoque -dijo Villena.
Zita, viendo que no decía nada, le espetó: -¿Y el enfoque... es?
-Ismael ¿sabes dónde está Iribas? -le preguntó Villena.
-Si, dentro, en la sala de reuniones.
-¿Puedes pedirle de mi parte, qué venga?

Ismael miró a Zita, esta se encogió de hombros; y él fue a buscar a su Jefe.

-Ismael, tú vuelve con él -dijo Villena.
-Nunca se me hubiera ocurrido -ironizó Ismael levantando la vista.

Cuando llegó Ismael a la sala de reuniones, estaba esta casi llena. Buscó a su Jefe Iribas entre los diferentes corrillos que se habían formado.

-Jefe, Villena requiere tu presencia -dijo Ismael pomposamente.
-¿Villena?
-Si, Villena.
-¿Y eso?
-Pues estamos Zita y yo hablando con él, y ha pedido que fueses.
-¿Y a dónde tengo que ir?
-Fuera, al jardín.
-Deduzco que si estáis en el jardín, es porque no queréis que nadie pueda oír vuestra conversación.
-Por eso y por el tabaco.
-Es verdad, Villena fuma -recordó Iribas.- Pues venga, vamos a atufarnos- añadió.

Ambos se encaminaron al jardín.

Cuando llegaron donde estaban esperando Zita y su Jefe, Iribas se acercó a este último, le tomó del brazo y ambos se alejaron cinco metros de Ismael y Zita.

-¿Qué leches hablaran? -preguntó Zita a su compañero.
-Ni idea -respondió Ismael.
-¿Qué te ha preguntado cuando has ido a buscarlo?
-Nada.
-Que raro.
-Si.

Cinco minutos pasaron hasta que Villena e Iribas se reunieron con Zita e Ismael. La conversación entre ambos Jefes, se había desarrollado pausada y sosegada, según habían observado los dos Agentes.

-Deducimos Villena y yo -dijo Iribas- que sabéis seguro lo de la disolución y que intuis que hay algo más.
-Pero la de la intuición es Zita -añadió Villena- y ha buscado la ayuda tuya, Ismael, para intentar descubrir ese algo más.
-A todo esto Zita, hay que añadir que tampoco le has descubierto nada nuevo a Ismael, ya que por la conversación que he tenido con él, por teléfono esta mañana; ya ha podido descubrir que hoy habría una noticia importante, porque mañana le podría confirmar todo, tal como le he dicho en la llamada -aclaró Iribas, haciendo referencia a la llamada que le hizo a Ismael, cuando este estaba en la consulta tapadera del hospital.
Zita iba a decir algo, pero fue interrumpida por Villena -lo que viene después de la disolución de la Unidad, jamás lo llegaríais a descubrir. Pero por suerte o a lo mejor para desgracia vuestra -señaló a los dos Agentes- podéis ser parte de ello.
-¿Desgracia? -se interesó Zita.
-Si -respondió ahora Iribas.
-No vamos a adelantar nada -cortó Villena- ahora volvemos a la sala y luego vamos a cenar los cuatro.
-Bien -admitió Iribas.
-Guay -festejó Zita.
-Más se alargará este día -rezongó por lo bajo Ismael.

Nada más transcurrir cinco minutos desde que llegaron a la sala de reuniones, que subió a la tarima, el responsable de la Unidad en la sub-sede de Barcelona.

-Buenas noches a todos, quisiera que me prestarais atención por favor. 

Poco a poco, el silencio fue ganando terreno en la sala de reuniones, donde había una gran expectación.

-En las últimas semanas -comenzó el responsable su parlamento- casi todos habéis oído rumores de cambio de Unidad, o de cambios en el Organigrama, cambios políticos, infinidad de variados y diversos rumores. Pues nada de ello es totalmente cierto. Y como no quiero crear un suspense, os lo suelto de golpe, callaré unos minutos hasta que se sofoque el escándalo que se creará y luego sigo.

Miró con que atención esperaban sus siguientes palabras -En todo el territorio Español y cualquier suelo extranjero, la Unidad queda disuelta.

Como vaticinó, estalló un gran revuelo. Casi todos los presentes comenzaron a lanzar preguntas, plantear cuestiones y a comentar entre ellos múltiples cuestiones.

-Qué guirigay -rió Zita.
-Pronto marcharemos -comentó Iribas.
-Aprovechando este momento -dijo Ismael a Iribas- ¿me quieres aclarar porqué en el hospital donde iba a tener mi tapadera, las enfermeras llevan uniforme de los años sesenta?
-Como yo era el responsable de los suministros para la tapadera, y me ponen esos uniformes, pues eso.
-Estás como una cabra -puntualizó Zita.

Pasados unos cinco minutos y viendo que no decrecía el bullicio en la sala, Villena murmuró algo en el oído de Iribas y se levantó.

Ismael vio como Villena se acercaba a uno de los presentes en la sala, e iniciaban una conversación, aunque a juzgar por la cercanía de ambos, esta era en un tono de voz muy bajo.

-¿Quién es el que está con Villena? -preguntó Ismael a Iribas- nunca lo había visto por aquí.
-Yo tampoco -terció Zita.
-¿Qué te ha comentado antes Villena a la oreja? -Preguntó Ismael a Iribas.
-Que iba a preguntar si era imprescindible que nos quedásemos.
-¿Y quién es, el que está con él? -volvió Ismael a preguntar a Iribas.
-Al que iba a preguntar.
-Ya, pero ¿quién es? ¿qué autoridad tiene?
-Hasta que no hablemos en la cena, no puedo comentarte nada.
-Espero entonces que cenemos pronto, tengo hambre y curiosidad -terció Zita.

Ismael vio que la conversación que mantenía Villena, parecía haberse vuelto muy distendida.

Un minuto escaso después, Villena llegó donde aguardaban Iribas, Ismael y Zita.

-¿Nos vamos? -les preguntó.
-Que suerte que tenemos, al final vamos a cenar pronto -dijo Zita.
-¿Te han dado la autorización para que podamos marchar? -ironizó Ismael dirigiéndose a Villena.
-Si, me han autorizado -sonrió Villena.

Se levantaron todos y se encaminaron a la salida.

-¿Ahora qué? -preguntó Zita una vez estuvieron en los jardines de la torre.
-Ahora vamos a cenar -aclaró Villena.
-¿Quién decide dónde vamos? -quiso saber Iribas.
-Decido yo, así no discutimos, total siempre elegimos las mujeres -decidió Zita.
-Cojamos un taxi y que facilite ella la dirección al taxista, así nos sorprenderá -sugirió Villena.

Una vez fuera del recinto de la torre, cogieron enseguida un taxi, que los llevó a un restaurante del centro de la ciudad que era uno de los favoritos de Zita. Ella misma pidió al maitre que los ubicara en una mesa un poco separada.

Cuando estuvieron los cuatro sentados, fue Iribas quien inició la conversación.

-Quiero que me digáis muy seriamente los dos y sobretodo muy formalmente, que todo lo que aquí se diga, jamás será divulgado -lo reclamado iba dirigido a Ismael y Zita.
-Por mi parte de acuerdo, eso siempre y cuando, no aparezca en esta conversación algo que me haga interrumpirla. Por supuesto lo anterior no sería desvelado -puntualizó Ismael.
-Yo doy por supuesto, que algo ilegal aparecerá en esta conversación. ¿o no es así? -inquirió Zita.
-Sí, pero no creo que a tí te represente ningún problema -le aclaró Villena.
-Pues también es verdad -admitió Zita.
-Quiero dar por supuesto que ninguno de los cuatro, está grabando esta conversación -comentó Ismael.
-Si no hay más dudas, preguntas o recelos, podíais empezar ya -dirigiose Zita a Iribas y Villena.

Hubo una pausa bastante larga para que el Maitre tomará la comanda, y los camareros fuesen proveyendo de todo lo necesario la mesa.

-Quiero que os olvidéis ya, de todo lo relativo a la Unidad. Ellos ya se pondrán en contacto para el tema de pensiones y demás zarandajas. Lo que nos interesa ahora, es el futuro, el día de mañana, lo que podáis o queréis hacer a partir de este momento -aclaró Villena.
-Vuelvo a dar por supuesto que lo que nos vais a comentar, no será precisamente para papá Estado -supuso Zita.
-No es para papá Estado, es para alguien mucho más importante, es para el gran capital. Y no es una gran empresa -comentó Villena.
-Quiero que prestéis mucha atención, y que no interrumpáis a cada momento. Es sumamente importante que quede muy claro todo lo que os tenemos que contar y decir. Tener en cuenta que aparte de ilegalidades, hay en juego vidas y que muy probablemente, habrá muchas más. Pero también quiero que quede muy claro que si todo se hace bien, las vidas que se puedan perder serán de los malos -aclaró Iribas.
-Hace unos meses se creó un grupo de intervención privada, dicho grupo está bajo el control de un consorcio económico muy fuerte, que posee un gran imperio formado por empresas de todo tipo -retomó la conversación Villena-Este consorcio es internacional, la mayor parte del capital procedente de China, pero ello no quiere decir que el mando de el grupo de intervención privada, esté bajo el control de personal chino.
-Este grupo de intervención privada -relevó la conversación Iribas- es un grupo armado, y no cualquier tipo de grupo armado, es un grupo altamente armado y con armas de última generación, armas que no poseen ni las policías, ni los ejércitos de ningún país.
Villena hizo un gesto con la mano al ver que Zita iba a hablar, y así no se acabaría nunca -este grupo por supuesto está fuera de toda ley, y nada más está sometido a su propia regulación y a la de sus mandos -explicó Villena.
-Las acciones armadas son para restaurar necesidades sociales de la población y así que la sociedad pueda retomar un camino integrador -continuó Iribas- La creación del grupo de intervención privada ha sido a escala internacional, y en la actualidad está operativo en múltiples países, incluido el nuestro. El organigrama de este grupo es bastante sui géneris, ya que prevalece más el ...digamos orden social, que el puramente militar o estratégico.
-Como ya hemos dicho, aquí en España también está operativo el grupo, pero, digamos … la dirección del consorcio opina que se debería crear uno especifico para la ciudad de Barcelona, ya que muy pronto, ésta ciudad será sede principal en Europa, de una gran empresa mundial, que únicamente tendrá sedes en Europa, Asia y Estados Unidos -retomó Villena.
-Y el motivo de que estamos con vosotros, es para conocer vuestra opinión sobre el tema de que seáis vosotros dos, los encargados de dirigir la creación de este grupo y su posterior dirección -apuntó ahora Iribas.
-Y antes de que digáis nada, recordar que todo esto no tiene nada de legal, estaréis en todo momento al margen de toda ley, siempre estaréis en la cuerda floja, eso sí, con apoyos que ni podéis ni llegar a imaginar, apoyos y ayudas que en un momento determinado, os pueden solventar difíciles papeletas, pero repito porque quiero que quede muy claro, todo, será ilegal- le tocó el turno a Villena.
-Supongo que os parecerá absurdo el objetivo final de la actuación del grupo armado aquí en Barcelona -Añadió Iribas-pero es muy importante que entendáis el fondo de la cuestión. Esta ciudad que es Barcelona, lleva pérdida desde hace varios años la batalla contra la delincuencia y desde luego se ha demostrado la incompetencia de los diferentes cuerpos de seguridad, para erradicar, ni tan siquiera parcialmente esa delincuencia. Recordar por ejemplo todo lo que sucedió el año pasado en el metro de Barcelona con el tema de los carteristas, e incluso con el asesinato de aquel pobre hombre que quiso ayudar a los turistas a los que estaban robando, el tema casi ni menguó. Tampoco hay que olvidar a los puñeteros trileros, y desde luego por supuesto, el tema venta de drogas.
-Es absurdo pensar -empezó Villena- que se puede acabar con la delincuencia en un país a través de las leyes. Sólo hay que ver que en ningún país, se consigue. Pero creemos que sí se puede, en una ciudad. Quizás parezca muy pedante, pero el consorcio cree que es posible que esto se haga realidad, aquí en Barcelona. Sabiendo por supuesto, que todavía no habéis aceptado, nos gustaría conocer vuestra opinión, pero eso sí, muy resumida, sobre como erradicar rápidamente y drásticamente la delincuencia en una ciudad. Y nos referimos a la delincuencia de la calle, a la visible, a la que, hace en realidad, auténtico daño al ciudadano, aunque él no sea directamente la víctima. No hay que olvidar, que el miedo, es causado por la propia delincuencia. Y es lamentable ver como por ejemplo, salen de cualquier entidad bancaria, ancianos con el miedo en el rostro, temerosos de un atraco para hacerse los delincuentes, con cuatro putos euros, que ha retirado el anciano para encima un precario sustento...
-Antes de que digáis nada -interrumpió Iribas dirigiéndose a Zita e Ismael- recordar que vais a disponer de medios ilimitados, personal todo el que digáis, y dinero sin límites, pero, y perdonar si me pongo pesado, o mejor dicho, nos ponemos pesados, muy pesados, pero las acciones y actos no serán legales. Los dos tenéis una trayectoria muy especial, más que especial, diría rara, pero muy efectiva y eso es lo importante. Se me olvidaba, respecto al armamento, tenéis que saber que utilizareis un material desconocido hasta ahora, hasta para un reconocido maestro armero. Para que os hagáis una idea, serán armas silenciosas y tienen la opción de aturdir, o mejor dicho, alterar el sistema nervioso.

Zita e Ismael se miraron durante breves segundos, y este último le hizo un gesto con la cabeza a Zita, para que fuese ella la que comenzase.

-Para que los delincuentes abandonen una ciudad, tiene que ser porque su vida peligre, y desde luego no será por acción policial o judicial. Tiene que ser por acción criminal. En la teoría, es todo muy sencillo, simplemente tiene que ser una acción letal y a ser posible muy espectacular, para que llame la atención de todos los medios de comunicación y que así llegue el mensaje al mayor número posible de delincuentes a través de su emisión. Un ejemplo, se coge a un grupo de cinco o seis delincuentes de importancia y directamente se les ejecuta. O bien algo menos letal, pero más espectacular y sobretodo más impacto para los medios de comunicación. Se reduce y se retiene a cinco o seis también, se les lleva a un lugar apartado y remoto, alejado de la civilización, y se les deja allí. Y todo se graba para remitirlo a los medios. Por supuesto en el vídeo, hay que hacer constar sus delitos, para que quede constancia.
-Imaginar como impactaría -añadió Ismael- a toda la delincuencia el visionar esas imágenes. Quedarían totalmente desconcertados, y desde luego, pasado los primeros minutos, tendrían muy claro, que no era una acción de una banda rival, ni de la competencia, sabrían que se va a por ellos. Otra cosa es lo que pensasen los defensores de los derechos humanos, pero sí se trata de limpiar rápidamente y eficazmente una ciudad, creo también, que es una muy buena manera.
-Por supuesto -continuó Zita- hay que tocar todos los palos, por ejemplo, una grabación de una redada en un laboratorio de drogas, también, grabar con cámaras ocultas la acción de un grupo de carteristas en el metro, con su posterior detención. Asimismo un grupo de trileros y también su detención. Todo ello tienen que ser acciones rápidas, para evitar la llegada de la policía, aunque para minimizar ese riesgo, el personal que llevase a cabo la acción, debería llevar uniformidad similar a la de por ejemplo mossos d'esquadra o policía nacional.
-No representa ningún problema -comentó Iribas- el poder disponer de uniformes auténticos.
-El tema -prosiguió Zita- más preocupante para nosotros,debe ser una total seguridad sobre el personal elegido para esas acciones. Debe ser  personal altamente preparado y desde luego, que no provenga de un mundo ni marginal, ni remotamente cercano a cualquier tipo de delincuencia.
-El personal -aclaró Villena- ha sido seleccionado empleando el mismo sistema que se empleaba en la Unidad, y todo el personal actual procede de la propia Unidad y los elegidos fuera de ella, pertenecían a diferentes ramas del ejército y de los servicios de inteligencia.
-No deja de ser curioso -matizó Iribas-que elijamos antes a personal que ante apretar el gatillo, no se resiente su espíritu, y sí en cambio, rechazamos a personal, con mano fácil para repartir estopa en las manifestaciones.
-¿Qué tiempo de preparación necesitáis, medios y hombres para una de las acciones que habéis comentado? Pero nada letal -quiso saber Villena.
-Pregunta importante -quiso aclarar Zita- ¿medios para sacar del país a delincuentes y, como hemos comentado, llevarlos a un lugar remoto?
-Absolutamente ningún problema -garantizó Villena.
-Y tranquilamente podéis elegir medio de transporte e incluso país, quitando a lo mejor cinco o seis de todo el planeta -afirmó Iribas contundentemente.
-Hace doce horas -comentó Ismael- me preguntaba ¿de qué me encargaré? Y hete aquí doce horas después, planeando para un consorcio internacional, medio chino, la detención y extradición totalmente ilegal de un grupo de delincuentes establecidos en Barcelona y encima todo ello será filmado y difundido por todo el mundo. Increíble.

Llegaron a la mesa cuatro camareros, uno de ellos mujer, y comenzaron a disponer los platos que les habían pedido. Una vez cada plato delante del comensal, dieron un par de pasos alejándose de la mesa hacia las cocinas, y entonces la camarera se volvió hacia los cuatro comensales, que habían parado de hablar para que su conversación no fuese oída, y les preguntó: -¿Quieren la carta de postres?

Antes de que Zita pudiese responder, y como si fuese una coreografía ensayada anteriormente por los camareros, se giraron dos de ellos mostrando que portaban en sus manos sendas mini-uzi con silenciador. 

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