jueves, 1 de marzo de 2012

Mi barco (IV)

Ese cigarrillo fumado con voluptuosidad, ese cigarrillo cuya punta en brasa, proporciona un nimio punto de luz en la cada vez más cerrada noche. Ese cigarrillo sin marca, ese cigarrillo compuesto no solo con hebras de tabaco negro, si no que lleva también pequeñas hebras de latakia, que es lo que produce ese sabor y a la vez, aroma un poco dulzón. Ese cigarrillo cuyo humo azulón, se une a la negra oscuridad. Ese cigarrillo que calma la ansiedad que han producido aquellos tenebrosos pensamientos.

El desvelo me ha hecho permanecer en cubierta toda la noche, "fuma que te fuma" y así la naturaleza me hace partícipe de su despertar matutino. En la lejanía, a proa del barco, empiezan a asomar las primeras clarores alboradas anunciando una nueva mañana. Pero el barco todavía surca el mar cubierto de nubes y oscuridad. Quizás los vientos empujen y deshagan la negritud que me envuelve. O por el contrario, las nubes que techan el barco, empaquen la claror que está en la lontananza.

Vientos contra vientos, oscuridad contra luz, y el barco cual marioneta a su merced. Pero siempre, puedo cambiar su rumbo.

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