martes, 25 de marzo de 2008

La silla verde

Hoy voy a comentar algo mío, pero os aviso que es un poco escatológico, pero lo quiero contar por si alguien con esclerosis pasa por el mismo trance, que sepa que es «normal» y que tiene solución, al menos en mi caso.

Me pasó por vez primera en el hospital Vall D’Hebrón. Para ir al baño a hacer las necesidades fisiológicas (qué fisno ¿verdad?) te sientan en una especie de silla, como de ruedas, alta. En ese hospital son metálicas y las llaman Don Pedro. Aquí, en donde estoy ahora, la silla es de plástico verde, por lo que la llaman la silla verde. En el hospital San Rafael no recuerdo cómo eran, aunque allí sólo la utilizaban para ducharme. Para las necesidades me sentaban directamente en la taza del váter. Bien, hecha esta explicación, voy a lo que toca.

Al tener los músculos del cuerpo (casi todos) tan flojos y estar sentado en esa silla sin poder afianzar los pies en el suelo, al hacer de vientre, y por el esfuerzo que hay que hacer, los músculos de las piernas empiezan a pegar como latigazos, lo que hace que las piernas den como sacudidas y luego se pongan rígidas y totalmente horizontales. No exagero. La primera vez que me pasó, me acordé de la niña del exorcista. Pues desde que llegué a ese hospital, hasta la primera de éste, o sea, durante un mes y tres semanas, cada vez que iba a hacer de vientre, el mismo «baile». Se me quitó aquí al empezar el gimnasio. La primera semana y fuera, por lo tanto, otra cosa que he ganado.

Acabe como acabe, en silla de ruedas, en caminador, o andando, lo que tengo muy, muy claro es que no voy a dejar nunca de hacer todo el ejercicio que pueda.

Pues ya acabo por hoy. Hasta mañana.

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